Distancia recorrida en la etapa: 803 km
Distancia acumulada: 4.491 kms
Velocidad media: 64 km/h
Consumo
medio: 7,7 L / 100 km
Países atravesados: Rumanía, Bulgaria y Turquía
Amanecemos en el mismo maizal a las afueras de Pitesti en el
que nos acostamos anoche (que no es poco). Nada más salir de nuestras tiendas
aparece en escena un pastor rumano, y tras saludarle nos responde algo así como
“vache!”. Nosotros educadamente asentimos y le respondemos “si, si, ya nos
vamos”. A los 5 minutos nuestro campamento se ve invadido por 20 o 30 vacas, por lo que inmediatamente
deducimos que “vache!” en rumano no significa “vete” sino “que vienen las vacas
insensatos!”.
Tras recoger nuestro campamento rápidamente, emprendemos la marcha en dirección Bulgaria a través de las
terribles carreteras rumanas a las que ya nos hemos acostumbrado. Después de descifrar
cómo llegar a la frontera desde la última ciudad de Rumania, y de que Martín
decida que para dar la vuelta en una calle lo mejor es meterse con la
dummyoneta por el jardín de la casa de un rumano que agita los brazos a modo de
saludo y grita dándonos las gracias desde la ventana de su salón, entramos en
Bulgaria sin mayores incidentes.
El objetivo es cruzar Bulgaria lo antes posible para llegar
a Estambul a dormir, por lo que durante la primera parada a respostar trazamos
la ruta más directa hacia la frontera turca, que incluye recorrer las
carreteras 2 y 7. La carretera 2 es un placer comparada con las carreteras
rumanas. La carretera 7 es otra historia… Si bien al principio es una carretera
bien asfaltada de dos carriles, a medida que nos acercamos a la zona montañosa,
se empieza a convertir en un intrincado camino de montaña que comparte un solo
carril para ambos sentidos, con un asfalto repleto de agujeros, rodeado por
frondosos bosques y acantilados, y por el que no circula un alma (a excepción
de 4 furgonetas de leñadores búlgaros que viajan a la velocidad del rayo y que
inexplicablemente se mofan de nuestro glorioso Panda cuando nos apartamos para
darles paso). Si la experiencia del día de ayer conduciendo por la Transfăgărăşan
fue inolvidable, la carretera 7 tampoco
será fácil de olvidar solo que por ser bastante menos popular, más salvaje y mucho
más peligrosa. Por supuesto, no podíamos desaprovechar un escenario como este
para hacer un poco el mongol:
Una vez superada la prueba de la carretera 7, llegamos
triunfalmente a la frontera de Turquía. Para salir del lado búlgaro nos piden
una pegatina que no compramos al entrar (rovigneta!) y el guardia fronterizo le
dice a Mateo que se parece a Tom Cruise. No es broma. Varias sonrisas y
bromitas más tarde nos encontramos en el lado turco. No es una frontera
especialmente complicada de pasar, pero lo de tener que bajar del coche para ir
a comprar un visado, los 5 controles de pasaporte y la multitud de preguntas,
ya nos hace empezar a intuir las complicaciones que nos esperan más adelante.
La buena noticia es que el coche les hace gracia a los guardias fronterizos y
se entretienen mirándolo en lugar de hacernos desmontarlo todo. Veremos a ver
qué pasa en la próxima…
Ya estamos circulando libremente en Turquía y nos dirigimos
a Estambul por una magnífica autopista. Al llegar al primer peaje nos hacemos
los tontos cuando nos dicen que tenemos que pagar 20€ por una tarjeta, y el
vigilante nos abre la barrera para no tener que discutir (bien por nosotros!). Al
llegar a Estambul nos encontramos otro peaje y es cuando nos damos cuenta que
ésta vez necesitamos la tarjeta que teníamos que haber comprado antes para
abrir la barrera (mal por nosotros!). Tras una buena pitada de los coches que
esperan detrás, se acerca un tipo para vendernos la dichosa tarjeta, solo que
esta vez nos pide la friolera de 50€. Tras el clásico tira y afloja logramos
cerrarlo en los 20€ de rigor, que bien pensado no nos habría extrañado tener
que pagar por una autopista de similares condiciones, en cualquiera de los
países europeos que hemos atravesado
(Genghis Dummies 1 – Turquía 1). Por cierto, habíamos oído que la
gasolina en Turquía no era barata, pero ni mucho menos esperábamos que
estuviera a más de 2,10€ el litro: mucho dolor.
Como pasamos la última noche en el maizal de Rumanía,
decidimos compensar hospedándonos en un hotel en las inmediaciones de la
mezquita azul y así aprovechar para dar un vuelta, cenar pescado fresco a la orilla del Bósforo y
fumarnos una sisa con un profesor de inglés y una oronda holandesa con ganas de
fiesta.
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